miércoles, 29 de diciembre de 2010

El Urulu

El Uluru, junto con la Ópera de Sydney, son los dos símbolos más conocidos de Australia.

El Ulurú es un monolito enigmático e hipnótico que cambia de color según la posición del sol, siendo de un color marrón en las horas centrales del día y tornasolándose cada amanecer y atardecer en colores naranjas, rojos y destellos púrpuras. Actualmente, este impresionante monolito mide 350 m y es un lugar sagrado para los aborígenes de allí, los anangu.
Según los aborígenes, el Ulurú cuenta le historia del enfrentamiento entre dos serpientes creadoras del mundo.




Llegamos a Sydney y, tras pisar suelo australiano unos minutos, cogimos nuevo enlace con dirección al aeropuerto de Ayers Rock. Casi no llegamos, aterrizamos a las 6.00AM (sorprendentemente puntuales...y es que Qantas no es British Airways, es muuucho mejor...) y el otro vuelo salía a las 7.30, pero el transbordo no es demasiado largo.

El vuelo a Ayers Rock que tiene una duración de unas 3h, recorre parte de Outback durante la mayor parte del vuelo. Si podéis, elegid las ventanillas de la parte izquierda del avión (creo que los A Y B, nosotros tuvimos la suerte de que nos acomodaron en ellos), porque es desde esos asientos desde donde se tienen unas vistas privilegiadas del Ulurú y de las Olgas según se está llegando. Para mí fue uno de los momentos más impactantes de todo el viaje. Fue cuando comprendí que realmente estábamos en Australia.


El aeropuerto parece de juguete de esos que sólo se ven enlas películas, tiene una única pista y sólo 2 vuelos al día. Desde la puerta salen cada hora unos autobuses gratuitos que te trasladan a la zona de los alojamientos turísticos, a unos pocos minutos de allí.
La zona de alojamientos turístico está plenamente integrada en el paisaje, y hay alojamientos de lujo hasta camping. Nosotros nos alojamos en el YHA en habitación de 4, pero sólo había una japonesa y nosotros 2. Fue el único sitio en el que compartimos alojamiento.





Llegamos por la mañana, y por la tarde, contratamos allí una excursión para ir a ver el atardecer al Uluru. Aquello fue espectacular.
A la noche, cenamos en el bar del alojamiento, una barra en la que se compraba la carne o pescado crudo y que luego tú mismo te hacías en unas parrillas. No era caro y la variedad que había era de lo más exótico: canguro, cocodrilo, tiburón y otras especies. Nosotros optamos por el canguro que estaba delicioso.

La temperatura en el centro de Australia es fría en los meses de junio, julio, agosto... allí es invierno y aunque por el día te manejas bien con una manga larga, por la noche te hará falta jersey y cazadora.

A la mañana siguiente, fuimos a ver el amanecer con una excursión que ya llevábamos contratada desde España, con Anangu Tours (tel 0889503030) , que tras recogerte en tu alojamiento, te llevan allí, te dan de desayunar mientras disfrutas del amancer y luego te llevan a una reserva aborigen donde hay un aborigen con el que pasas un par de horas mientras te enseña a hacer fuego, pegamento, tirar lanzas para cazar canguros... fue divertido.
Para que nadie se asuste, el amanecer es sobre las 6 de la mañana, con lo cual te tienes que levantar a eso de las 5:15... ufffff que palizaaaa.
Al mediodía fuimos a comer y a las 16h nos vino a recoger un autobús que estaba haciendo una ruta de mochileros con destino Alice Springs, el corazón del Outback. Ya lo teníamos contratado desde España también (cuesta unos 50 euros). Otras opciones: greyhound bus.

Al marcharte puedes ver Kings Canyon de lejos. Si te sobran los días puedes hacer excursiones por allí.








Nuestra recomendación es que si váis por allí, es más que recomendable dar un paseo por la base del uluru para poder contemplarlo de cerca y poder tocarlo. Nosotros dimos el paseo pero como a 500 metros de distancia.

Otra cosa, hay turistas que quieren subir a la cima del monolito y lo hacen, y si es loque queires hacer puedes, pero tienes que tener en cuenta que a los aborígenes no les parece correcto porque es su lugar sagrado. Ahí queda dicho, que en el respeto está la clave de la convivencia intercultural.

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